Irene era una niña tímida. Tenía una buena relación con sus compañeros de su clase de infantil pero solo tenía una amiga y decía que no necesitaba ninguna más. Cuando esto duró demasiado sus padres se preocuparon y decidieron apuntarla a teatro. "¿Teatro?" Se preguntaba Irene, "¿Por qué?"
- Me preguntaba por qué.
Con diez años hizo su primera obra en el teatro de LLoret de Mar, estableciendo así aquella primera relación con la droga. La droga del escenario.
- Sentí la droga
Sus padres, que tan solo querían que perdiera su timidez, no eran conscientes del
- No lo eran
Irene pidió seguir haciendo teatro, más serio, ir a clase, aprender. Desde entonces, año tras año, clases que terminaban con espectáculos finales para volver a sentir la droga. El mono era incontrolable. Con dieciséis años formó su primera compañía: Els papaus. El director, Dani Cuevas, escribía, actuaba y dirigía y lo hacía bien.
Irene, con dieciséis años, experimentaba muchas cosas importantes en su vida: primeras fiestas, primeros cubatas, primeros cigarros, primeros amores; pero, sobretodo, sentía la felicidad máxima cuando se encontraba encima del escenario.
- La felicidad máxima
El grupo "Els Papaus" se deshizo cuando todos cumplieron dieciocho y se fueron a Barcelona a estudiar sus respectivas carreras. Irene decidió que iría a Barcelona a vivir, lo tenía clarísimo. Decidió que lo único que quería estudiar era teatro.
- Lo decidí
Sus padres, pensando que se había vuelto loca, le quitaron de la cabeza semejante idea, como hobbie no había problema pero en la vida se tenía que estudiar una carrera. Irene pensó en estudiar magisterio, en segundo lugar también la llenaba estar rodeada de niños, aunque sabía perfectamente que no era lo mismo. Ella buscó teatro allí donde fue y no lo dejó jamás.
- No podía dejarlo
Cuando terminó la carrera le entró ansiedad, no se veía capaz de trabajar de maestra, se sintió medio vacía y lloró a mares hasta que, junto con su madre, decidieron que había llegado el momento de formalizar sus estudios de interpretación donde pudieran ser asequibles.
Cursó tres años en la Escola D'Actors de Barcelona. Aprendió, entrenó, conoció gente interesante y pudo dedicarle tiempo a su pasión, siempre compaginada con sus primeros trabajos como maestra de primaria. En la escuela hacían una, dos o tres obras al año y, evidentemente, encima del escenario es donde más aprendía y donde más se alimentaba.
- Me alimentaba de teatro
Por motivos personales abandonó la ciudad al terminar...el amor, a veces demasiado poderoso. Pero ya instalada en Girona buscó rápidamente una escuela donde continuar su formación: El Galliner. De esos años en Girona, no solo conoció grandes actores y actrices, si no que aprendió de nuevos profesionales, probó qué era interpretar delante de cámara y descubrió que también le gustaba.
- Descubrí que todo lo que fuera interpretar, me gustaba.
El desamor la devolvió a Barcelona y le ofreció el mejor regalo: una fuerza inmensa para dedicarse única y exclusivamente a satisfacer esa necesidad. Empezó a entrenar con Txiki Berraondo, profesional donde las haya, que le ayudó a pulir todo lo que todavía faltaba por entender de este mecanismo y llenó con cultura, ganas y conocimientos todos los vacíos que otros aspectos habían dejado.
- Me llenó de teatro
Irene no solo sentía que aprendía y compartía clases con gente mágica y extraordinaria, si no que empezó a descubrir el mundo de los
- Ser actriz se siente
Seguirá estudiando siempre, porque esto necesita entrenamiento constante. Después de compartir esto con el trabajó de maestra, Irene, lo dejó todo.
- Todo, por esto.
Y ahora, mientras lucha por poder mantenerse como sea y con ahorros que aún le quedaban (repito: quedaban), se ha instalado en Madrid. Solo necesitaría dinero para tener un techo y alimentarse. Aunque si pudiera, Irene Soler, solo se alimentaría de teatro.
- Y ya tendría suficiente.
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