jueves, 26 de junio de 2014

Mi pequeño kaos

La sensación de alivio al girar la doble llave porque te apetece estar sola, unas horas, contigo. En esos instantes de tranquilidad merecida que te ha dado la vida (te los da con cuentagotas). Sabes que ese sofá es tuyo y que no habrá más ruido del que tú hagas al teclear. No habrá nada. No tienes sueño, ni estás cansada, pero sientes que te mereces ese descanso, esa sensación de tener cuatro paredes para ti, ese momento que realmente no te lo ha dado más que el hecho de dejarte el cargador en casa y saber que no llegas ni a las tres de la tarde sin él. Porque sin él estás perdida.
Te pesan las pestañas porque lees sin gafas. Nos sabes donde están, el último día que estuviste en casa decidiste ordenarlo todo y, revolviendo el kaos, en cinco horas convertiste tu habitación en un "puestecito" de detalles bien colocados, pero ahora no encuentras nada.
Has perdido las gafas.
Has perdido guiones. ¿Cómo es posible?
Crees que el orden no es bueno.
Recuerdas aquellos momentos en tu vida donde empezabas a ordenarlo todo como loca. "¿Qué te pasa?" Te decía tu compañera de piso, "nada, ordeno".
Pero por mucho que ordenaras tu casa, tu cerebro no se ponía en orden, seguían caóticos los sentimientos de dolor y rabia que te habitaban entonces.
La paz en casa no era tu paz, por más que te empeñaras en qué así fuera.
Recuerdas también cuando, un año más tarde, tu compañera miró dentro de tu cuarto, vio como reinaba el kaos y, sonriente, te dijo "Ahora vuelves a ser la de siempre".
Luego siguió avanzando pasillo arriba hasta su cuarto y tu pensaste por unos segundos "¿Que dice esta ahora?"
Pero ahora lo entiendes todo y no puedes evitar esbozar una sonrisa al recordarlo.

1 comentario:

  1. Kaos en pequeñas dosis de intrspección que nos ofrece ese crecimiento personal...

    Desordenarse un poco la vida para encontrarse...

    P.D.- me encanta tu blog. ;)

    ResponderEliminar