viernes, 10 de enero de 2014

Le llaman "Piso guay".

Acaba una etapa, pensé hace dos noches, en Barcelona, cuando esperaba a Georgina en una esquina de la plaza de la Virreina, pasando calor con mi abrigo de invierno azul, sabiendo en aquél preciso momento asimilaba todo lo que estaba ocurriendo. O, a punto de ocurrir.

Entonces tuve miedo, ese miedo que aparece cuando menos te lo esperas, cuando has dejado de rodar aquello que faltaba, de ir a aquél lugar con aquella persona, de hacer ese recado pendiente o, simplemente, cuando has parado quieta un segundo y has dicho "dios, que todo esto es real".

El miedo despareció tan pronto como apareció ella, tan radiante como siempre, dispuesta a convertir en sonrisa cualquier expresión triste y/o asustada y, como no, dispuesta también a tomar una (quien dice una dice unas cuantas) copa de vino blanco; así pues, con sus castaños rizos al viento, mi mejor amiga estaba allí a punto de compartir una ensalada fuego 1 y un humus y hacer oficial lo que viene siendo una despedida.

Y, si algo acaba, siempre, siempre, siempre (sí, tres siempres!) es porque algo, algo muy bueno (positivismo siemprex03) está a punto de empezar. Así que ahí cambié el "acaba una etapa" por un genial "empieza la aventura", subí en el coche de Constantino, mi gran amigo y ahora compañero de piso, y "nos fuimos pa' Madrid! (sí, sí, Madrid!).


Mi barrio no está nada mal. Sí, Irene, sí, un nuevo barrio. Otra vez. (¿Cuantas veces he cambiado de barrio en mi vida? Puf. Da igual). Hay un parque, un cole, una tienda de chinas, una farmacia 24 horas, un bar con un tipo muy curioso (Vinccenso) y un Mercadona.

Mi nuevo piso me encanta. Mmm.. me encanta mucho! Es antiguo, con un suelo en el que jamás podré andar con tacones sin despertar a todo el barrio (si, a Vinccenso seguramente también), muchos pasillos por los que me pierdo, un periquito llamado Mora, un lagarto que no sale de su cueva y una cabra de paja.

Mi habitación es pequeña, pero suficiente. Primero fue muy duro, meter tantas piezas de ropa en aquél diminuto armario, pero lo conseguí (aplausos) a base de comprimirla y comprando una caja con letras chinas, a la china de a bajo (valga la redundancia), donde he podido meter todos los calcetines (si no, solo hubiera quedado espacio en el armario de la cocina y pensé que mejor no, no vaya a ser que un día me de por desayunar calcetines).
Conecté la wifi, el nombre es "Piso guay", que gracia, estaba acostumbrada a encontrarme Wlans de todos los numeros y esas cosas así que me pareció original.

Una vez instalada y enrojecida (la calefacción no la regulamos desde dentro y, en ocasiones, es una sauna), conocí a mis compañeros de piso. Uno es periodista, pero trabaja de camarero, otro es actor, pero trabaja de camarero y la chica es fotógrafa-comunicadoraudiovisual y sí, trabaja de camarera. (¿Qué futuro me espera?)


Nos sentamos en el sofá, pedimos "Foster Hollywood" y hablamos durante horas, bebimos durante horas, y reímos durante horas. Me acosté a las 2.30 de la mañana, cansada pero contenta.


Hoy me he levantado con una resaca considerable, pero no he podido evitar una sonrisa al comprender porque le llaman "Piso guay".

Ahora si, empieza la aventura!





2 comentarios: