Dos amigas, una tarde de domingo. Casa de A.
(A come brownie)
A - ¿Te has preguntado alguna vez como sería tu vida si te
gustaran las nueces?
B – ¿Sabes? Hoy he estado tirando todas las revistas viejas, no sé
porque las guardaba. Bueno, supongo que era mi yo adolescente que no las quería
tirar. Que estúpida, criando polvo. ¿Qué pensaba? Poco después de leer esas revistas
descubrimos el sexo y las pobres pasaron al cajón del olvido.
A – Si te gustaran las nueces podrías probar mi brownie y descubrirías que hay algo mejor que el sexo.
B – Para mi yo adolescente igual había algo mejor que el
sexo, lo siento, tu yo presente llega tarde.
A – Igual te encantarían las nueces y el chocolate te daría
nauseas, porque la vida siempre te da una de cal y otra de arena…
B – ¿No crees que últimamente a mí solo me da una de arena
detrás de otra? Te juro que estoy por empezar a construir castillos.
A - ¿Por Marcos?
B – Por Javi, por Marcos, por Carlos…
A – Es que hija, no puedes focalizar en tantos y pretender
que algo vaya bien.
B – Prefiero focalizar en muchos que focalizar en uno y
cagarla por completo
A - En uno que no es Javi, ni Marcos ni Carlos.
B - Exacto.
(Se ríen)
A – A veces, las cosas cambian, dan un giro, cuando menos te
lo esperas todo empieza a girar como una noria y de repente… ¡zas! Él te quiere
pero tú ya no le quieres, te ofrecen el trabajo que morías por tener pero te ha
salido uno que ahora te gusta más, tienes dinero pero ya
no te apetece viajar lejos…
B – ¡Eh! No te equivoques, siempre me apetece viajar lejos.
Lejos de mi propia vida. Coger un avión hacía ninguna parte...
A - ¿Y por qué no coger un avión hacía una vida nueva?
B – Mira, eso, quizá, sí que es mejor que el sexo. ¿Lo has
probado?
A – No, ni creo que lo haga, estoy muy bien aquí, estoy
feliz con Pol.
B – Pues guarda provisiones.
A - ¿De brownie?
B – De felicidad, para cuando llegue el giro. Te llenarás de
toneladas de arena y querrás coger aviones.
A – Joder, que
simpática ¿Toda esta melancolía que arrastras hoy es solo por tirar las
revistas?
B – Creo que sí. Ha sido raro. Al cogerlas, olerlas, ver
aquellas páginas viejas… he sentido como si me invadieran oleadas de recuerdos.
A – Los recuerdos no son fáciles de digerir. Deberías probar
otra cosa.
B- Si me hicieras brownie sin nueces, a lo mejor podría
intentarlo.
A – Si vienes sin avisar no pidas más que mi presencia, guapa.
B – Los recuerdos me han golpeado los sentimientos.
A – Yo siempre he tirado las cosas a tiempo, no guardo nada. No
puedes ordenar una vez cada quinientos años, luego te pasan estas cosas…
B – Bueno, como todo tiene sus pros y sus contras.
A – A ver…
B – Cuando se remueve mi mundo interior, me lleno de ganas de
vivir.
A – Para tu información, nunca has dejado de estar viva.
B – De vivir cosas nuevas, o cosas que quizá quedaron a
medio vivir. Como esos libros que nunca terminaste y quedaron a medias, con un
punto de libro antiguo o quizá una simple página medio doblada…
A – Yo siempre acabo lo que empiezo. ¿Será cosa del
horóscopo?
B – Déjate de horóscopos…
A – Limpiar tu casa es pura terapia ¿no?
B – Bueno. Me ha hecho pensar que esos libros son como la propia vida, tienen capítulos interrumpidos que están allí, porque jamás
se han terminado. Están esperando a que los coja y los lea... Los he colocado todos en una estantería.
A - ¿Y los vas a leer?
B – No lo sé. Quizá sí, quizá no. Llenan la estantería de
magia. Historias que quizá no se acabarán nunca.
A – Pues yo creo que como no las acabas, no empiezan de nuevas.
B – Ahora no sé si hablas de mis libros o de la vida real.
A – Tu mundo imaginario es el ejemplo más claro de ti misma… Enfréntate a
esa estantería y empieza a acabar de leerlos, uno a uno. Disfrutarás más de los
nuevos capítulos. Y ahora, me voy a buscar algo para que comas tu también y
digieras tanta tontería.
A se levanta
B – Oye, aunque llegue el giro ese y tú quieras coger
aviones y yo no, siempre nos tendremos la una a la otra ¿verdad?
A - ¿Te has preguntado alguna vez como sería tu vida si nunca nos hubiéramos conocido?